C/Ramón y Cajal 20 Pego
El dolor es una experiencia emocional, subjetiva y compleja con repercusión física, psicológica, social y laboral. Esta repercusión se manifiesta con toda intensidad en pacientes con dolor crónico.
De los distintos dolores de espalda, en función de nivel de la columna vertebral al que afectan, el dolor lumbar o lumbalgia es el más frecuente (70%). Se define como un síndrome caracterizado por dolor, tensión muscular y rigidez, que se localiza en la espalda, por debajo del borde costal inferior de las últimas costillas al pliegue inferior de la zona glútea, la cual puede cursar o no con irradiación funcional a una o ambas piernas, compromete estructuras osteomusculares y ligamentos, pudiendo haber limitación de la función, lo cual dificulta las actividades de la vida cotidiana.
El dolor de espalda de este tipo (lumbar) es un problema de salud pública, cuya prevalencia anual varía entre el 15 y el 45%, con prevalencias puntuales del 30%. Es la causa más frecuente de limitación de la actividad laboral en individuos de menos de 50 años, ocupando el tercer lugar en mayores de esta edad. Es uno de los trastornos más comunes de la columna vertebral, que repercute en la calidad de vida de la población, siendo además la segunda enfermedad neurológica más común.
Se clasifica como de origen específico o inespecífico. Es específico cuando se confirma la presencia de patologías precisas como fractura, infección o tumor, por ejemplo. En estos casos se encuentra un alto porcentaje de asociación con dolor neuropático por compromiso del nervio periférico o raíz nerviosa. En cambio, la inespecífica, no cuenta con una etiología clara. A veces es multifactorial, y en muchos casos se le denomina lumbalgia mecánica.
Ante un dolor de espalda, para poder valorar su gravedad y la necesidad de de un medicamento por parte de un profesional sanitario como el farmacéutico o bien la derivación al médico, es fundamental conocer si existe un diagnóstico previo. En caso negativo, se debería conocer el tipo de dolor que se presenta, qué zona es la afectada, cuál es la duración e intensidad con la que se produce el dolor, así como otros síntomas que puedan orientar en la toma de decisiones al profesional que nos aconseje en dicha situación.
El diagnóstico siempre debe ser realizado por un profesional médico. En este sentido, conocer algunos de los puntos a tener en cuenta puede ayudarnos a entender su valoración. Es fundamental una anamnesis adecuada que precise las características de dolor, que comprenda tanto aspectos generales como los del aparato locomotor y neurológicos. Debe precisarse el ritmo y la forma de aparición del dolor, la duración de éste, si han existido o no episodios previos, qué factores agravan el dolor y cuáles lo mejoran. Todo ello, le permitirá al profesional sanitario hacer una valoración más precisa de la gravedad del dolor y le indicará si precisa alguna prueba complementaria oportuna.
Dolor de espalda por un estado nutricional inadecuado
Existen múltiples causas de dolor muscular y dolor de espalda, entre ellas se encuentran los trastornos nutricionales como las deficiencias de hierro o de vitaminas.
Un estudio realizado pone de manifiesto que existe una relación estadísticamente significativa entre el estado nutricional y el grado de discapacidad en pacientes trabajadores con lumbalgia aguda. En este mismo sentido, otro estudio refleja la relación de que los trastornos osteomusculares como la lumbalgia, son los que modifican de manera sustancial la relación entre el ausentismo laboral y el incremento de peso.
Los trastornos nutricionales dan como resultado un estado nutricional inadecuado (según el balance y calidad de los nutrientes ingeridos en la dieta) o estado de malnutrición (se refiere a las carencias, los excesos y los desequilibrios de la ingesta calórica y de nutrientes de una persona). La valoración del estado nutricional de los individuos debe formar parte de las revisiones habituales de salud, para poder identificar individuos en riesgo nutricional debido a una ingesta inadecuada (tanto por exceso como por defecto), problemas en la digestión, absorción, metabolismo y excreción de los nutrientes suficientes o no para las necesidades energéticas de macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas) y micronutrientes (vitaminas y minerales) de la persona.
Por un lado, están los problemas ocasionados por una ingesta inadecuada por exceso, la obesidad se asocia con enfermedades crónicas como la diabetes y enfermedades cardiovasculares, así como trastornos en la columna vertebral, como el dolor lumbar. La obesidad es una condición evitable y se ha considerado como un factor de riesgo para contraer dolor lumbar. Sin embargo, esta asociación es controvertida. El sobrepeso y la obesidad tienen una alta asociación con el dolor lumbar agudo y crónico. Esta puede ser bidireccional, es decir, considerando la obesidad como una causa del dolor lumbar o como una consecuencia del mismo, debido a que un trastorno en la columna vertebral puede suscitar una disminución en la actividad física, permitiendo de esta manera el aumento de tejido adiposo.
Por otro lado, se encuentra la malnutrición por defecto. Entre otras causas que pueden existir, se encuentran las relacionadas con los micronutrientes, que incluye la falta de vitaminas o minerales importantes. Cabe destacar la deficiencia de vitaminas del grupo B, que debido a sus funciones se han relacionado con trastornos neurocognitivos, condiciones inflamatorias, etc. El organismo necesita micronutrientes como las vitaminas para producir sustancias esenciales para un crecimiento y desarrollo adecuado, ya que cada una de ellas tiene unas funciones determinadas en diferentes procesos.
El déficit de este grupo de vitaminas puede ocurrir por una ingesta inadecuada o bien por una menor absorción de algunas de las vitaminas aportadas en la dieta, por diversos factores, entre los que se encuentra la edad o el consumo de alcohol entre otros. En este sentido, puede ocurrir un dolor neuropático inducido por alcohol, en el que se encuentre implicada una deficiencia nutricional (especialmente la deficiencia de tiamina, vitamina B1) y el efecto tóxico directo del alcohol. Hay evidencia clínica y experimental de un efecto neurotóxico directo del etanol, mientras que hay quienes argumentan que resulta de una deficiencia nutricional, especialmente de tiamina. La deficiencia de vitamina B1 en los alcohólicos crónicos puede deberse a una inadecuada ingestión dietética, reducción hepática de almacenamiento, inhibición de la absorción y del transporte intestinales y disminución de la producción de su forma activa. Esta situación puede resolverse con la abstinencia de alcohol y una dieta nutricionalmente equilibrada, complementada con vitaminas del grupo B.
Independientemente del dolor como resultado de la deficiencia vitamínica, se ha observado que en determinadas situaciones las vitaminas del grupo B y, en concreto, B1, B6 y B12, favorecen una reducción del dolor con su administración, sobre todo cuando se administran las tres en combinación. Pueden reducir significativamente la gravedad y la duración del dolor, gracias a ese papel antinociceptivo reconocido del complejo de vitaminas B, específicamente de la combinación de tiamina, piridoxina y cianocobalamina.
Actualmente, existen en el mercado medicamentos que contienen la combinación de las vitaminas B1, B6 y B12 en un solo comprimido, que intervienen en numerosos procesos del metabolismo y que están indicados en adultos y mayores de 14 años, para la prevención y el tratamiento de la deficiencia de estas vitaminas, que puede manifestarse como síntomas de dolor de espalda, en convalecencias o dietas insuficientes.
Por todo ello, ante un dolor de espalda y, como primera consulta, el farmacéutico comunitario puede ayudarnos con algunos consejos nutricionales:
Es conveniente consultar a un profesional sanitario que pueda ofrecernos las recomendaciones a seguir y que, bajo su criterio, pueda orientarnos a utilizar un medicamento adecuado para ello o bien derivar la consulta al médico en el caso oportuno.